Alguien en algún sitio dijo una vez que lo importante de nuestras vivencias, o lo que verdaderamente nos cala, son las conclusiones que obtenemos de ellas. En el ámbito educativo, por ejemplo, no basta con atender y comprender lo que se esté impartiendo, es necesario ir más allá y pararse a reflexionar sobre lo aprendido. Esto lo digo desde la perspectiva del alumno, pero es igualmente aplicable a la del docente, pues tan necesario es saber qué has aprendido como saber qué estás enseñando y para qué. Y de ahí que haya sido tan enriquecedor poder ponernos en la piel de ambos.
¿Qué he aprendido como docente?
Lo cierto es, que al no haber realizado el prácticum todavía, sólo he podido hacer de profe en la sesión que elegimos impartir de nuestro ABP y que mi experiencia en este rol es bastante limitada. Aún así fue más que suficiente para darme cuenta de todo el trabajo que hay detrás de una clase incluso cuando el profe no lleva tanto la voz cantante como con otras metodologías más tradicionales. Es más, diría que es mucho más sencillo desempeñar un rol más activo con el cual llegas a clase, vomitas la lección, mandas ejercicios, los corriges y vuelves a hacer lo mismo una y otra vez durante todo el curso. Pero claro, ¿dónde queda ahí la motivación, ya no sólo del alumnado, sino también del propio docente? Sin lugar a dudas, al otro lado de la calle. Es por eso que la implementación de metodologías activas como la del ABP es tan necesaria en el aula. He aprendido que, pese a lo costoso que es diseñar un buen ABP, el atractivo, el dinamismo y la libertad que brinda el proceso y el resultado final del mismo, hace que los aprendizajes calen más fácilmente y con mayor profundidad, y que esto es motivo más que suficiente para seguir trabajando en ello en cuerpo y alma.
¿Qué he aprendido como alumna?
Por otra parte, volviendo a ser alumna he sacado una serie de conclusiones a las que antes lo les había prestado atención. Si el ejercicio propuesto es muy abierto, puedes no sólo frustrarte sino dispersarte tanto que acabes haciendo otra cosa. Y me ha pasado a mí, con mis 28 años y queriendo sacar aprendizajes de las clases del máster. De ahí vuelvo a la importancia de definir de la forma más precisa y clara las propuestas a llevar a cabo. Algunos ejemplos los hemos vivido también con ABPs en los que se nos daban total libertad para investigar sobre temas en concreto y acababas perdiendo la motivación y desviándote del asunto, si no era lo que te apetecía en ese momento. Tal vez con una mayor interacción docente-alumno se lograría mantener la atención en lo que se está trabajando.
Conclusión
Para finalizar he de decir que la ambigüedad y apertura de los ABP me ha asustado y emocionado por partes iguales y desde ambos lados del pupitre, pues trabajo mejor con asuntos más cerrados y pautas a seguir. Pero así son muchos otros aspectos de la vida y aprendes a ser más decidida, directa y a ir al grano sin titubear tanto por si la tomada es la mejor de las opciones. La clave al final y al cabo es ser coherente y clara con aquello que haces y predicas. Y, por supuesto, creer en ello.
Al empezar a leer me he asustado: "Alguien en algún sitio dijo una vez ..." -> Espero que el resto del artículo sea más específico.
¡Y lo ha sido!
Haces una buena reflexión de lo que te han aportado las sesiones, concretando qué te han aportado y qué miedos y dudas te genera.
Nos volveremos a encontrar innovando en las aulas (y al curso que viene, jejeje).
¡Feliz viaje!