“¿Por qué esta magnífica tecnología, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil no acaba de aportar felicidad? La respuesta es simple: porque aún no hemos aprendido a utilizarla con tino ”. (Albert Einstein)
Desde sus comienzos, el ser humano ha estado manipulando el medio que le rodea con el fin de adaptarlo a sus necesidades, y mejorar así su calidad y condiciones de vida. Actualmente, basta con mirar a nuestro alrededor, y comprobar cómo esta característica propia de nuestra especie ha ido modificando el mundo en el que nos desarrollamos. La velocidad de cambio y la evolución de este proceso desde hace apenas 150 años, ha hecho que haya adquirido actualmente unas dimensiones de magnitud y complejidad tales que nuestra sociedad lleve impregnado el sello de la tecnología. Por tanto, no se puede obviar el proporcionar una buena educación tecnológica a las nuevas generaciones si se quiere que nuestros alumnos sean parte activa y consciente de esta sociedad.
La función de la tecnología es la de dar soluciones a las necesidades y problemas que puedan surgir, y mejorar así la calidad de vida de las personas en el medio en el que se desarrollan. Resulta vital el cómo generar los instrumentos y sistemas que nos permitan llevar a cabo esta labor. Precisamente, como la tecnología modifica la vida de las personas y el medio natural, es necesario también que exista un análisis de la evolución de estos procesos, así como un control de los efectos y consecuencias que estos provocan. Es palpable que son innumerables los beneficios con los que contamos actualmente, pero por otro lado, hay asociada una problemática al desarrollo tecnológico, y que como sociedad avanzada y responsable debemos afrontar.
En infinidad de ocasiones, pensamos en qué instrumento o qué sistema podría ayudarnos a solventar una determinada acción o proceso. Para sacarle el máximo provecho a esa herramienta tecnológica en cuestión, además de conocer cómo funciona y los elementos que la componen, hay que tener en cuenta el impacto sociocultural de esta, es decir, conocer las consecuencias que puede acarrear. Este hecho implica tener una cultura tecnológica. La cultura tecnológica nos proporciona los conocimientos teóricos, habilidades, comportamientos y valores que nos permiten la relación tanto con las personas como con en el entorno que nos rodea, además de darnos la posibilidad de participar democráticamente en las tomas de decisiones que tienen que ver con este. Según recoge Gay y Ferreras (2012), sin una cultura tecnológica, nos resultará imposible solventar algunos de los problemas más importantes ante los que nuestra sociedad se enfrenta, que implican desafíos en cuanto a la gestión y mantenimiento del desarrollo tecnológico de nuestra sociedad, así como nuevas alternativas.
Este tipo de problemas requieren una reflexión y un análisis sobre diversos aspectos socioculturales y económicos, además de la propia solución técnica. Cabe preguntarse ahora, ¿Cómo damos entonces una buena educación tecnológica a nuestros alumnos?, ¿Cómo lo afrontamos? Según Rodríguez (1998), existen una serie de enfoques que se repiten en distintos países. Los más comunes son:
Una educación técnica enfocada a preparar al alumno para el mundo laboral.
Dar una respuesta tecnológica a los problemas de la sociedad. En primer lugar, analizar los problemas correspondientes, proponer una solución simple y estudiar la relación entre esta, los materiales, recursos disponibles y el medio sociocultural, además de proponer otras alternativas.
Aprendizaje de los conceptos tecnológicos generales a partir de los objetos que forman parte del mundo cotidiano.
Aplicación práctica de los conocimientos científicos.
En primer lugar, hay que dejar claro que ninguno de estos enfoques por sí solos consiguen el objetivo deseado, siendo lo ideal aprovechar los aspectos positivos de cada uno. En mi opinión, solemos pensar que la educación tecnológica está destinada o pensada para preparar al alumno para el mundo laboral. Aunque es positivo que desarrolle sus habilidades técnicas y que se oriente al alumno en lo referente a la vida laboral para proporcionarle una conexión más directa con la vida cotidiana, no resulta útil encasillarlo en ese ámbito, pues las herramientas que puede utilizar hoy y las funciones que puede desempeñar quizá estén obsoletas de aquí a 15 años. Lo realmente importante es despertar en los alumnos el interés por conocer y comprender los aspectos tecnológicos que forman parte de nuestra vida, es decir, estimularles, sembrar en ellos la semilla de la acción y la inquietud, la necesidad de tomar parte activa en las soluciones de los problemas y sus desafíos. Para ello, nos puede resultar útil aprender los conceptos tecnológicos a partir de los objetos más cercanos y cotidianos, para que encuentren una aplicación práctica y directa de determinados aspectos más abstractos, como los relacionados con el conocimiento científico. Además, deben desarrollar su creatividad, imaginar soluciones de los problemas ante los que nos enfrentamos, y reflexionar acerca de ellos, utilizando sus conocimientos y habilidades para responder con responsabilidad y eficacia.
Todos estos aspectos mencionados son los que se persiguen con una buena educación tecnológica. Esto les permitirá tener los conocimientos y habilidades necesarias para desenvolverse en un mundo en constante evolución, ser críticos y reflexivos ante los problemas de nuestros días y desarrollar posibles soluciones y alternativas con responsabilidad. En la etapa que nos ocupa, la enseñanza obligatoria, se les debe proporcionar un nivel de alfabetización (De Oro, 2013) en este sentido, proporcionándole un carácter crítico, evitando así que se convierta en un mero espectador o elemento pasivo, siendo el caldo de cultivo para la educación que pueda recibir en niveles superiores.
Para finalizar, y como docente en esta materia, me gustaría hacer una reflexión: ¿Seré o seremos capaces de que los alumnos adquieran estas capacidades críticas y reflexivas acerca de los problemas tecnológicos de nuestros días? A priori puede parecer complejo, ya que se aleja de la enseñanza más convencional que más o menos la mayoría recordamos, pero debe ser así, pues mi labor en este sentido es la de proporcionarles una buena educación tecnológica en el aspecto más general, debido a las necesidades que surgen de un mundo global. En palabras de Aquiles Gay: “Contar con productos tecnológicos sin cultura tecnológica nos puede ayudar a vivir, pero no a pensar”.
BIBLIOGRAFÍA
Ciencia, Tecnología y Sociedad: una mirada desde la Educación en Tecnología. Germán Darío Rodríguez Acevedo (1998)
Tecnología y humanismo. Rodrigo J. García/ María Pilar Latorre Sancho. (2019)
Didáctica de la tecnología e informática. Paola de Oro Torres (2013).
La educación tecnológica. Aportes para su implementación. Aquiles Gay. Miguel Ángel Ferreras.
Este ensayo es muy bueno, gracias a la redacción y a como has ordenado las ideas de manera clara, lo que ayuda a su comprensión.
Me gusta mucho que hayas dado una pequeña respuesta a tu propia pregunta, ya que le da un nuevo matiz que por ejemplo en mi ensayo, hace que la pregunta quede demasiado abierta a la opinión, sin concreción alguna.
Hola
Me ha gustado mucho tu ensayo, como lo has organizado, como has planteado las ideas y las has explicado. Ha sido un buen ejemplo para darme cuenta lo que debo mejorar. Al final he acabado de leerlo y se me olvidaba ver el video.
¡Enhorabuena! por un ensayo completo, con un buen análisis y una buena reflexión personal. Una pega. ¿Por qué ese vídeo? Deberías haber explicado su contenido y justificado su presencia en este punto de tu ensayo. Las referencias bibliográficas no siguen ningún código internacional estándar. No es obligatorio (todavía), pero sí conveniente. Es conveniente releer para repasar la puntuación.