Recta final del máster y con ella numerosas entregas de trabajos, proyectos, presentaciones; secuenciaciones didácticas por aquí, evaluaciones por allá, sin olvidarnos de los famosos ABPs. Diría que el desarrollo de estos proyectos podría servirme para mis futuras clases de TIC en un instituto, sin embargo no tengo claro que vaya a utilizar los recursos que he diseñado durante este máster. No porque estén mal diseñados, que probablemente lo estarán para su utilización en un instituto real, sino porque veo necesario adaptar la metodología a cada contexto específico. Una metodología puede no servirte para una clase pero sí puede hacerlo para otra y no solo eso, además cuando se realiza un ABP creo que es fundamental adaptar la temática, la pregunta guía a los intereses del alumnado específico que va a tomar parte de él, por lo que es muy difícil que encaje un proyecto específico a la perfección con su contexto, sería como encontrar una aguja en un pajar.
Sin embargo, y pese a pueda parecer, por lo anteriormente nombrado, que todo el trabajo realizado sea en vano, no es así. Es aquí cuando me toca hablar de mi propio aprendizaje ¿Qué he aprendido haciendo este proyecto y a lo largo de esta asignatura? He aprendido muchas cosas sobre mí, ahora sé que se me da muy mal cuadrar, organizar y coordinar cosas, fijar fechar específicas para momentos. Una de las tareas que más complicada sigo viendo es, sin duda, la de marcar objetivos y plantear la evaluación. Para este proyecto específicamente me rompí la cabeza tratando de realizar una evaluación criterial (pero usando estándares) y que al final realicé, no obstante no me sentiría segura con esa evaluación posteriormente si llevase a cabo el proyecto, siento que no está lo suficientemente atada. Esto es algo que me pasa mucho en general a la hora de diseñar actividades y específicamente la evaluación ¿Perfeccionismo?, ¿Inseguridad?, ¿Torpeza? Y algo que noté también en prácticum a la hora de impartir mi unidad didáctica.
La práctica hace a la maestra (permitidme pasar este famoso refrán a femenino), o eso dicen, creo que en mi caso en concreto ha sido cierto. Sigo sin considerarme maestra, aunque realmente creo que nunca llegaré a considerármelo y puede que esa sea una de las claves para la mejora, pues no hay opción de mejora si te autoconsideras perfecta ¿No es cierto? He notado como copo a poco he ido teniendo menos dudas a la hora de hacer actividades, como me salían más fluidas y no pasaba tanto tiempo dudando si algo estaba o no estaba bien.
¿Qué he aprendido del resto de compañeros del máster con las presentaciones de sus ABP? He aprendido que la gente tal vez no es tan crítica con su trabajo como puedo llegar a serlo yo y creo sinceramente que se vive más feliz y más tranquila así (no siéndolo) porque además, probablemente después se obtengan unos resultados parecidos.
Yo me pregunto, ¿De verdad va a motivar al alumnado hacer un ABP cuyo producto es un vídeo explicando un invento? Me dan ganas de dormirme a mí solo de nombrarlo, pues al alumnado de la ESO no me quiero ni imaginar,… Al final es muy complicado ser objetivo con las actividades que tú mismo/a planteas, pues por algo has planteado esa actividad y no otra, porque se te ha ocurrido a ti y consideras que puede motivar, pero... ¿De verdad motivará?
Por otro lado cojo la idea de uno de los proyectos diseñado por mis compañeros/as, para implementarla como futura docente en un contexto que pueda funcionar, de plantear un mercadillo para recaudar fondos para el viaje de fin de curso del instituto vendiendo productos hechos con impresora 3d. Pues en propios producto tiene una utilidad completamente real, que no realista y el propio fin puede resultar motivante para el alumnado.
Concluyo planteando una reflexión personal acerca de estos ensayos. Comencé haciéndolos desganada, me daban muchísima pereza y no terminaba de ver su utilidad. Se trataba de rellenar la pantalla de cosas escritas para “cubrir el expediente”. En algún momento algo hizo clic y me di cuenta de que eran realmente útiles para la reflexión personal de nuestra evolución, de nuestros aprendizajes y que haciéndolos estaba aprendiendo de mi misma y de todo el proceso. Fue entonces cuando esta actividad me ayudó de verdad a aprender y no solo a aprobar ¿Cómo hacer que a nuestro alumnado le haga ese clic?
¡Caramba! Qué reflexión-confesión.
Estoy convencido de que esta necesidad de adaptarte al contexto de tu alumnado serás una excelente docente.
Y en algún momento harán click. Puede que no sea en ese curso que impartes. Puede que no sea contigo. No es labor de un día ni de una persona, pero tu contribución a que ese momento llegue también es necesaria.
Nos volveremos a encontrar innovando en las aulas. ¡Feliz viaje!