Hoy en día, como ya se ha hablado en los ensayos anteriores, las típicas clases a las que todos estábamos acostumbrados, en las que el profesor simplemente transmitía unos conocimientos a su alumnado, parece haber quedado obsoleta. El perfil del alumnado ha cambiado drásticamente, como es obvio, no tiene las mismas características que hace 10 o 20 años, cuando nosotros éramos los y las estudiantes. Es por ello que, al cambiar los métodos y enfoques de nuestra enseñanza, también debe cambiar el rol del docente en el aula.
De hecho, hay gente que asegura que con un buen acceso a las nuevas tecnologías por parte del alumnado este nuevo rol del docente podría ser el de no existir. Es un hecho que en la actualidad, la mayoría de adolescentes tienen al alcance toda la información que quieran con la conexión a internet a través de sus teléfonos móviles, ordenadores o tabletas, de manera que, si quisieran, podrían aprender sobre el tema que a ellos les llamara más la atención y les gustara. De esta manera, podrían incluso llegar a unos conocimientos superiores a los que podrían optar si el conocimiento se lo administrara un profesor.
Sin embargo, si se diera este caso de un aula sin profesor, probablemente no sería todo tan bonito. Para empezar, y en mi opinión, la ausencia de un docente en el aula podría hacer que todo se descontrolara. Utilizarían internet para jugar en vez de para aprender y la falta de una autoridad en el aula probablemente haría que una persona del alumnado asumiera ese rol y pasaría a hacerse lo que él o ella dijera.
En segundo lugar, el hecho de que tengan acceso a la información que ellos y ellas quieran no garantiza que vayan a utilizarla de manera correcta, necesitan a alguien que les “filtre” esa información, que les diga cuál es la más relevante y que acote esta información al nivel adecuado para este alumnado. Incluso en el experimento llevado a cabo por el hindú Sugata Mitra esta información estaba acotada, los niños aprendían lo que él quería, en unos casos inglés, en otros bioquímica, etc. Sólo en el caso en el que les dejó un ordenador con acceso a internet, sin ninguna otra premisa, dice que se los encontró jugando a videojuegos, es decir, no lo utilizaron para aprender.
Imagen 1. Niños y niñas en la India utilizando ordenadores proporcionados por Sugata Mitra para su experimento.
Por último, el hacer que el alumnado tenga total libertad para aprender sobre aquello que más le guste puede ser contraproducente. Por un lado aprenderán sobre aquello que les gusta, tanto o incluso más que si esta información se la proporcionara un docente, y serán unos grandes conocedores de esta materia. Por el contrario, no aprenderán nada de otras materias que les resulten menos atractivas. No nos sirve de nada que el alumnado aprenda medicina neuronal a unos grandes niveles con 15 años porque le gusta e indaga si luego no tiene ni idea sobre ortografía o tecnología.
Por todo ello está claro que el rol del docente es primordial en el desarrollo de un aula. En mi caso, he escogido el rol de profesor demostrador. En este papel, el docente más que enseñar muestra los conceptos, de manera que el alumnado ve la parte práctica y aplicada de estos conceptos de una manera real. Hasta hace unos años, estas demostraciones eran principalmente en persona, pero ahora el docente puede utilizar toda clase de plataformas para realizarlas, por lo que la clase resulta más amena para el alumnado, aumentando así su interés en la asignatura.
Este rol de demostrador es, en mi opinión, muy interesante y necesario en la asignatura de tecnología. Una de las razones por las cuales la asignatura de tecnología debe ser importante en la educación obligatoria es porque ésta dota de un sentido práctico a las asignaturas científicas más teóricas como física, química o matemáticas. Esta razón también hace que al alumnado le resulte más interesante, ya que ven que los conceptos de otras asignaturas tienen aplicación en la vida real. Por ello este rol de docente demostrador es un papel fundamental en el desarrollo de la asignatura de tecnología a lo largo de todos los cursos, tanto de la ESO como de Bachillerato.
Por estas razones, como profesor demostrador intentaré que el alumnado vea en todo momento cómo se aplican los conceptos de clase, ya sea con vídeos, demostraciones prácticas en el aula o en el taller, o con prácticas en las que sea el propio alumnado quien tenga el contacto con los materiales. Sin embargo cabe hacerse una pregunta: ¿hasta qué punto motiva al alumnado el hecho de estas demostraciones prácticas?
BIBLIOGRAFÍA
Falcó, C. (2021). Rol docente
Downes, S. (2010). The Role of the Educator
RTVE (2013). Escuelas en la nube <https://www.rtve.es/play/videos/buenas-ideas-ted/buenas-ideas-ted-escuelas-nube/2062814/?t=05m20s>
Echo en falta tu análisis de los rasgo esenciales de alguno de los roles vistos.
La descripción del rol demostrador no deja espacio a otros aspectos que, desde un paradigma de enseñanza centrada en el aprendiz, debe abarcar el rol docente.
La pregunta no supone un reto docente.
Insisto: En la bibliografía solo hay que referenciar las fuentes citadas en el texto.