Ya bien conocemos grandes momentos de la historia como el descubrimiento de América, la gripe española, la guerra civil… pero actualmente seguimos viviendo un hecho que ha marcado a toda la población y también por lo tanto a la educación en lo referente a sus metodologías, recursos, criterios… y sobre todo cómo la covid-19 aceleró la digitalización de la educación en un momento en el que las aulas exigían innovaciones y cambios.
Tras el cierre de los colegios, muchos docentes no tenían las herramientas necesarias para transformar de manera tan rápida el sistema educativo, ni en su caso los alumnos tenían los conocimientos necesarios, ya que como he mencionado, las aulas se basaban en su mayoría en enfoques tradicionalistas. Aunque si que es cierto que desde hace unos años se ha recalcado la importancia de estas y la introducción de competencias digitales con cursos y charlas de formación al profesorado, no ha sido hasta la necesidad de cambiarlo urgentemente ante un problema real, cuando de verdad se ha hecho ese cambio.
Así, por lo tanto el enfoque que se le da a la tecnología después de la pandemia es muy distinto al que podíamos acceder anteriormente. Muchos docentes no se atrevían a salir de su zona de confort para experimentar. En estos momentos, el reto del docente es sorprender con entornos innovadores que motiven al alumno pero también le enseñen.
Isaac Lopez marca los 3 retos de la educación durante la pandemia: Exceso de contenidos, falta de contexto y escasa socialización. En el primer caso, todo fué debido a que algunos profesores decidieron enseñar los temas establecidos en la programación más rápido a causa de las clases perdidas, provocando una enorme frustración en los estudiantes. En segundo lugar, se asumió que el estudiante tenía una realidad parecida en la escuela que en su casa disponiendo de ordenador, una conexión de internet adecuada, un espacio adecuado y la seguridad psicológica. Y en el último, se ignora que muchas personas tienen sus primeros contactos sociales a través de la escuela.
Para hacer frente a ello indica 3 propuestas para poder iniciar esta nueva etapa: Motivar con la información aportada, ya que hoy en día hay mucha información en internet y abundante, siendo la labor del docente sorprender con con el diseño de nuevos entornos, experiencias y trayectorias de aprendizaje que enseñen a moverse entre esa información abundante y encontrarle utilidad; migrar a un aprendizaje basado en el contexto enseñando a los alumnos aspectos que puedan ser aplicados en el día de hoy; y tener actividades que busquen la edificación social para que se conozcan y aprendan entre sí. Pero, ¿Qué podemos hacer para que esto sea parte activa de nuestra educación y para que esto no incluya exclusivamente a los docentes y alumnos, sino además a padres, madres y otros miembros activos de nuestra comunidad?
Además, se ha reforzado la mayor importancia del “aprendizaje” sobre la “enseñanza” el cual pone al alumno en el centro de la actividad, fomentando su autonomía, capacidad de autoaprendizaje. Asimismo abre cauce a la innovación metodológica y también al cambio en los instrumentos que el alumno utiliza para incorporar conceptos y habilidades. Nos hemos dado cuenta también que “aprender” y “autoaprender” resultan más significativos que tratar de “enseñar” desde el modelo clásico del docente al frente de un aula.
Así:
La conectividad es básica para impulsar la tecnología educativa y garantizar la efectividad educativa de los estudiantes tanto en las escuelas como en los hogares.
La transformación tecnológica debe llevarse a cabo de la mano de las y los docentes, pues juegan un papel clave en los procesos de formación, especialmente en TICs. Si ellos no tienen acceso a estos recursos tecnológicos, o no saben cómo ponerlos en práctica de manera efectiva, el aprendizaje no mejorará.
Es importante también que haya un liderazgo que integre y aplique los cambios que se puedan dar en un futuro, por ejemplo: apoyo político para mantener la tecnología educativa como un área clave de inversión.
Mariano Fernández Enguita apuesta por romper con la rigidez del aula “huevera” tradicional donde los alumnos están en sus pupitres inamovibles (dispuestos y alineados como huevos en una huevera), y evolucionar hacia la “hiperaula”, un concepto que impulsa nuevos modelos de aprendizaje gracias a la reorganización del espacio, del tiempo y de las relaciones entre docentes y estudiantes, como puede ser la presencia de dos o más profesores en la misma aula para trabajar de manera multidisciplinar. El objetivo de este nuevo espacio es formar a los futuros docentes con metodologías innovadoras que después puedan aplicar entre los estudiantes. Sin embargo, requiere una gran inversión en tecnología que quizás los centros públicos no pueden afrontar.
Referencias:
- José Ángel Plaza López. La escuela después de la pandemia: del ‘aula huevera’ a la ‘hiperaula’. https://elpais.com/retina/2020/05/15/tendencias/1589529700_084202.html
- Innovación educativa post pandemia.
- Mariano Fernández Enguita. La hiperaula como hiperespacio.
Al igual que a Chema, me ha gustado la reflexión que has hecho sobre la innovación que debe hacerse en las clases. Me ha sorprendido mucho el tema de la "hiperaula", creo que es una idea muy buena y rompedora, aunque supongo que tendrá algún inconveniente más allá del tema que comentas de la falta de recursos para llevarla a cabo. Buen trabajo!
Haces una buena reflexión sobre la necesidad de que haya cambios en la enseñanza, pero este ensayo no responde a lo requerido.